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18 marzo 2015 3 18 /03 /marzo /2015 01:47

Estimados lectores, he debido suspender mi actividad aquí.

Por favor dirigirse a www.coloruruguay.bligoo.es .

Y a www.arielenlinea.wordpress.com .

 

Disculpen la molestia.

Dardo Bardier

 

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13 febrero 2010 6 13 /02 /febrero /2010 23:37
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26 enero 2010 2 26 /01 /enero /2010 20:26

 

Estamos en tiempos de grandes cambios, en todos los aspectos de nuestra vida, especialmente en la comunicación visual. Algunas ideas que parecían indiscutibles, para quienes las conocimos y compartimos, hoy están sometidas a una avalancha de nuevos descubrimientos que las confirman en unos sentidos, pero en otros no. Quizá esperábamos erróneamente que alguien, hace unos siglos o milenios, pudiese adivinar detalladamente lo que ahora nos sucede, dándonos generosos consejos, por siempre, sobre qué hacer a cada paso. Para donde patear la pelota. Librándonos de nuestra responsabilidad de tomar la posta de construir caminos para los demás, no sólo de caminar. No partimos de cero: sabemos que, grosso modo, hay unas cosas que están bien y otras mal, que hay belleza y fealdad. Hay obras de gran arte y estafas. Hay democracias y dictaduras. Hay comedias y tragedias. Hay hambre y hay derroche. No es difícil reconocer tan graves extremos.

 Pero tenemos que hilar un poco más fino.

Hoy nos ahogan abrumadoras cantidades de novedades. Muchas veces aprendemos algo, que al día siguiente ya no nos sirve. Quisiéramos ponernos al día, flotar y navegar en ese mar de datos y sensaciones, dominando nuestro rumbo, al menos con algún criterio que nos permita reconocer en qué confiar. Y, si es posible, sacar de ello algunas conclusiones vitales. Pero las informaciones son tantas, y además son tan cambiantes, que un sutil pánico nos invade y nos hace dudar sobre: ¿Dónde hurgar para lograr algo que nos guíe con firmeza en nuestro más íntimo pensar y sentir? Que nos ayude a que nos salga del alma lo que queremos decir. Aquello que quizá lograremos expresar mejor o peor mediante nuestros dichos y nuestras obras. Inclusive, a veces dudamos si tiene sentido aprender, o al menos tener noticia de cómo conocemos, dragoneando cierto nihilismo difuso: ¿Qué me van a venir a decir a mí cómo veo? Veo como veo. Y listo.

Hay, sin embargo, algo muy firme y estable, que se mantiene y se mantendrá siempre. Nada de lo que estudiemos sobre ello se perderá a la vuelta de la esquina. Cambiarán las culturas, cambiarán las teorías, cambiarán las corrientes de pensamiento, cambiarán los estilos, cambiarán las modas, pero hay algo que  no cambiará en lo sustancial, a lo que podemos aferrarnos con cierta confianza:

Se diga lo que se diga, somos seres humanos.

Y en algunas cosas somos y seremos, a grandes pincelas, muy iguales. Desde luego que aún no conocemos todos los aspectos y niveles de lo humano. Pero hoy hay una explosión de descubrimientos, sobre el cómo somos, que nos permite empezar a asegurar algunas cosas. Sobretodo, desde hace unos pocos decenios, se está aclarando cómo aclaramos nuestro conocimiento. Empiezan a surgir datos firmes que nos permiten conocer cómo conocemos. No de modo completo, eso sería una entelequia inalcanzable, pero sí aparecen pistas sorprendentes. Pistas que nos enseñan mucho y prometen futuros firmes frutos.

Tengamos el modo de apreciar la estética que tengamos, pensemos lo que pensemos sobre la obra de arte o de artesanía, oigamos a este o a aquel autor que opina sobre arte, o, aún mejor, sigamos a éste o aquel creador y obrero de la belleza, nos guste o no nos guste, todo lo que podamos hacer para apreciar y para crear una obra visual pasará, en algún momento, por nuestras pupilas. No se suele apreciar la esencia un cuadro al óleo oyéndolo. No es común apreciar la esencia de una obra musical  mirándola. No es normal apreciar una obra culinaria escuchándola. Si queremos saber cómo es cocinada la información antes que lleguemos a gustar, o no, de ella, debemos investigar cómo es esa cocina. Y este campo, el de cómo percibimos las obras, está resultando muy sabroso. Una selva natural llena de hermosos frutos. Se están extrayendo inferencias firmes de cómo apreciamos, cómo es que llegamos a sentir el valor de la obra humana.

Imposible hacer aquí un resumen del estado de la situación actual del cómo conocemos, sólo mencionaré un tema.

Por lo que hoy se sabe, habría algunos millares de capacidades visuales distintas para el color, la forma, la textura, la cesía, el contraste, el volumen, la nitidez, la quietud, y la lista sigue. De esos miles, un par de cientos serían las más importantes. De esos cientos, algunas decenas ya están muy bien estudiadas, y de algunas pocas hay mares de documentaciones y confirmaciones. Las capacidades visuales vinculadas a la pupila, aunque no son las más estudiadas, ni las más sorprendentes, ya presentan una masa de conocimientos firmes sobre ellas.

…………….

Nuestro cuerpo tiene una superficie que, en general, se resiste fuertemente al paso de las cadenas causales que le llegan desde su exterior. La piel nos protege. Ello nos permite mantener cierto grado de autonomía propia. Nos aísla, pero también nos conecta. Sentimos nuestro exterior de muchas maneras. Hay pasos de frontera. Si no los hubiese, no podríamos saber bien qué pasa afuera nuestro. No podríamos informarnos y comunicarnos. No podríamos vivir en el mundo que nos ha tocado.

Nuestro cerebro está aún más blindado. No admite nada del exterior si no es por sutiles caminos, muy bien controlados.  Uno de esos caminos de ingreso de cadenas causales útiles para conocer, es el sistema visual. Una parte del sistema visual, es el ojo. Una parte del ojo está dedicada al control del ingreso de la luz. Una parte de ese portón de acceso, es la pupila.

Cualquiera sabe que las murallas no dejan pasar jinetes. Sólo pasan por los portones. Esto, así nomás, ya es una fuerte selección de lo que nos llega del exterior. Si viene muy buena información cabalgando en luz, pero llega a la nuca, no la vemos. No tenemos ojos en la nuca. Tiene que llegar a las pupilas o no nos enteraremos de que existe. Sólo dos lugarcitos transparentes del cuerpo dan paso a la luz para que sea sentida detalladamente. Apenas son una millonésima del total de nuestra piel. Las pupilas son muy importantes, pero muy chiquitas. Y no están en cualquier lado. Con solo mirar ya estamos clasificando el mundo en dos: a nuestro frente lo visible y a nuestras espaldas lo no-visible.

Pero tales portones abiertos tampoco dejan pasa cualquier cosa. Sólo pasa luz.

Ella debe atravesar varias capas de líquido lacrimal, la córnea, el humor acuoso, debe pasar por la admisión que le abre el iris (a la cual llamamos pupila), atravesar el lente cristalino, ser canalizada por el vítreo y así llegar a la retina. Todo ese conjunto de órganos no está allí por nada, cada cual hace su trabajo. Así, los ultravioletas son eliminados al toque por cristalino, y los infrarrojos en sucesivas etapas. Sólo pasa luz desde el violeta hasta el rojo de borde.  Ni qué hablar de electrones, átomos, moléculas y granos de polvo, que son detenidos en los primeros controles, barridos por los párpados y enjuagados por las lágrimas.

Todo lo que miramos pasó por la pupila. No hay otro camino posible. Ella selecciona información en la mismísima entrada. Sólo por ser el hueco regulado por el iris, ya hace su trabajo. No sólo las neuronas procesan información. Como la cadena causal implica movimiento relativo, por sólo pasar por la pupila, la luz es procesada. La forma fisiológica en que están organizados los órganos produce sus efectos en la percepción.  Toda vez que miramos estamos admitiendo más o menos, unas luces sí y otras no. De varios modos:

Movemos los ojos y sólo dejamos entrar lo que viene de ese lado. Nunca todo a la vez. Por solo tener pupilas móviles estamos seleccionando partes del campo de información.  Por ella pasan algunos jinetes y no otros, y sólo pasan lo que el portero quiere. Algunos traen tanto impulso, como los rayos gamma, o los rayos X, que entran pero siguen de largo, sin quizá sensibilizar la retina. Pasan sin dejar mensaje alguno.

Para donde tu pupila apuntes, puede ser que veas o puede ser que no veas, pero para donde no la apuntes, seguro que no verás. Y no se puede apuntar la pupila para cualquier lado, hay imposibles orgánicos. Podemos ver borrosamente todo lo que tengamos delante, pero no hay modo de mirar con total nitidez sino es a un pequeñísimo lugar por vez. Hay óptimos de captación. Hay campos de inspección cómoda, hay campos de inspección incómoda, y hay campos imposibles de mirar. Si pones  tu cuadro en el techo, competirás con la Capilla Sixtina. Pero, si lo más interesante lo pones 5º debajo del horizonte, la gente lo verá con toda comodidad. Aún será bien visto si lo colocas 15º para arriba, o 25º para abajo. Si quieres molestar al público, no te quejes si no se molestan en ver tu obra. Esos números no salen de la nada, surgen porque los humanos somos de carne y hueso en un mundo de agua y tierra.

La pupila y todo el ojo filtran qué pasa y qué no pasa. La pupila es un paso obligado. Más que filtrar, conforma, en parte, lo que por ella pasa, pues demás de admitir sólo algunos jinetes, les saca y les agrega cargas. La pupila es regulada por pequeños musculitos, en el esfínter que es el iris, y los dilatadores que la rodean, contrayéndose cuando le llegan muchos fotones y dilatándose cuando le llegan pocos. Aclara lo oscuro, oscurece lo claro. Automáticamente está controlando la luz admitida, podando lo demasiado luminoso y favoreciendo lo demasiado oscuro. Le proporciona al cerebro cierta continuidad, cierta homogeneidad, cierta constancia de iluminación que no está en la realidad. La realidad tiene variaciones de iluminación mucho más drásticas que las que vemos. La pupila, muy rápidamente puede achicar su diámetro de 9 a 1 mm., y su superficie 16 veces. Los adolescentes tienen más grandes sus pupilas que los adultos y que los bebés. Las pupilas adolescentes quieren más. Hay otros sistemas complementarios de regulación de la iluminación que son millones de veces más poderosos, pero también más lentos. La pupila actúa como grupo de choque, pues se adapta en sólo 0,21 segundos, mucho antes que los sistemas neuronales de adaptación más poderosos, capaces de adaptarse millones de veces pero demorando muchos minutos. La pupila y todo su sistema, que incluye al iris, nos protege de la demasiada luminosidad, que podría dañar irreparablemente la retina, o de la demasiada poca, que no le permitiría percibir. Regula el flujo de luz para que sea más tratable por la retina, para que sea más cercano al óptimo, de modo de sentir más y mejor la información que cabalgando en luz viene.

Ese óptimo para sentir significa algo muy importante. Significa que el sistema que regula el iris, y con él, a la pupila, tiene su criterio propio de selección de cuál es la luminosidad que orgánicamente nos conviene. El circuito neuronal que regula el diámetro del iris no es conciente. Está en el sistema nervioso autónomo. No achicamos o agrandamos la pupila voluntariamente. Pero ese circuito neuronal no sólo sabe qué hacer, sino que lo hace con gran precisión sin consultar a nadie. Ni la memoria, ni los estados emocionales, ni la voluntad interfieren. El portero hace su trabajo sin llamar al administrador del edificio. Y deja pasar al que le parece bien y cómo le parece bien. Pero no antojadizamente, tiene severísimas instrucciones que le han dado el aprendizaje y, sobretodo, los milenios de experiencias. Está muy alerta en su puesto, pronto a abrir o entornar el portón al menor atisbo de peligro o inconveniencia.

Observemos que la acomodación a la intensidad luminosa hecha por el iris, cambiando el tamaño de la pupila, es general para toda la escena. Otros sistemas de acomodación en la retina logran acomodarse un poco distinto según diferentes partes del campo visual, pero este no. Se acomoda sobretodo según los valles de luminancia y secundariamente según sus crestas más brillantes. Esto significa que al ver “La lección de anatomía del Dr. Tulp” de Rembrandt, nuestros ojos se acomodan sobretodo a las áreas oscuras el cuadro. La pupila se dilata y ello hace más luminosas y llamativas las caras y los detalles más claramente pintados. Con lo cual queda señalizado un itinerario visual orgánico para nuestra contemplación. Lleva la mirada adonde ve mejor.

Nuestras pupilas son redondas. Estamos tan acostumbrados a ello que nos parece banal. Pero no lo es, también condiciona nuestra manera de ver. Muchos animales nocturnos la tienen lineal, como los gatos. El problema es que si la separación entre dos bordes opuestos de la pupila es muy poca, se produce interferencia en la luz que entra. La pupila lineal deja pasar más luz con el mismo ancho, es más eficiente y más rápida. Como consecuencia, no conviene iluminar pobremente ni irregularmente los cuadros de una exposición. No somos gatos para ver en la oscuridad. Ni pintarlos parejamente demasiado oscuros. Valentín, el primer pintor de Carmelo, pintaba cuadros muy luminosos, usando sólo pinceladas verticales, pero un día, hace casi un siglo, decidió pintar cuadros muy oscuros, profundos, impenetrables. Nadie más pudo apreciar su nuevo estilo. Tampoco tenemos agujeritos debajo de los ojos para ver los infrarrojos en plena noche, como tienen algunas serpientes. No vemos cuadros iluminados sólo con infrarrojos.

Hay iris de diversos colores, pero de pupilas no hay diversidad de colores. Las pupilas humanas siempre son negras. Al mirar una pupila ajena lo hacemos mediante nuestras propias pupilas, y entonces se forma una pequeña paradoja: todos los colores que podemos ver son los mismos que ella absorbe, pues los necesita para ver. No quiere darnos ni uno. La pupila ama todos los colores…humanos. Se los queda todos. Las abejas son capaces de ver algunos ultravioletas que nosotros no podemos ver. Como nuestro cristalino refleja los ultravioletas, para ellas nuestras pupilas son de color ultravioleta. Un color que nosotros ni siquiera podemos imaginar.  En verdad, cuando miramos la pupila del vecino, a través de sus medios transparentes vemos que está a oscuras el interior de su ojo. Si iluminamos con un flash el ojo, la pupila aparecerá con el color de la retina, ese rojo que nos estropea las fotos.

La forma, tamaño, color, lugar y movimientos de la pupila traen muchas consecuencias en nuestra visión del mundo. Y en nuestra apreciación de las obras de arte.

El iris, y el hueco que deja, la pupila, está moviéndose siempre: -1- Cambia de dirección. Movemos el eje de la mirada (que pasa por la pupila y la fovéola) hacia donde miramos, hacia lo que ponemos en la mira. Es claro que si nuestra obra no queda al alcance de la pupila, no hay modo de verla, y menos de apreciarla, gozarla o sufrirla. Y de aquí surgen muchas sugerencias para que la obra de arte se vea mejor, que en otro momento podremos estudiar mejor.  -2- Cambia su grado de admisión. Abre, cierra o entorna el portón. Determina cuánto regulamos la entrada de luz, cómo adaptamos el tamaño de la pupila al flujo de luz que nos llega. De aquí también salen muchas otras sugerencias. -3- Vibra constantemente, listo a cerrarse o abrirse rápidamente. Esto sucede  aún cuando la luz es constante. Esa inquietud pupilar fisiológica es normal y es resultado de un equilibrio muy inestable, siempre pronto a dar saltos rápidos. Su reposo es una agitada latencia, pronta a emerger. Con el cansancio las pupilas se achican y oscilan más. Las bellas pupilas, que nos parecen tan estables, en verdad están en una actividad frenética de aprestamiento para saltar cuando sea necesario, según criterios no concientes del sistema autónomo.

Las pupilas no sólo se contraen por el exceso de luz, también se contraen con la proximidad de lo que miramos, pues así se mejora la definición de la imagen. Al achicar su diámetro hace que la luz pase por la parte central y menos curva del cristalino, con lo cual mejora el “enfoque”. La juventud y excitación dilata las pupilas, la vejez y el aburrimiento las contrae. Se ha comprobado que una enorme cantidad de fármacos afectan diferente al tamaño de la pupila y a sus mecanismos de acción, al grado de que el iris denuncia lo que se ha ingerido. La pupila de un ciego de un ojo, no puede reaccionar a la luz que le llega, pero sus cambios de diámetro siguen a los del ojo sano.

Nuestras particularidades visuales relacionadas con la pupila y el iris son muchas más. El trabajo de la pupila y de lo que le rodea está imbricado con el trabajo de otros componentes del ojo y del cuerpo todo. Es sumamente conveniente ver cómo hacemos para ver.

            Algunas de las características del sistema visual son sorprendentemente reveladoras de la condición humana. Nos dicen cómo los humanos hacemos para contemplar la naturaleza y las obras de los humanos. Incluso las propias.

 

Bibliografía (muy abreviada)

Adler, William Hart (y varios autores), «Fisiología del Ojo», Madrid, Mosby / Doyma Libros, 1994.

Bardier, Dardo, “De la Visión al Conocimiento”, Montevideo, 2001.

Fiálkov, Yu. , “La Luz de lo Invisible”, Moscú, MIR, 1987.

Kandel, Schwartz, Jessell, “Neurociencia y Conducta”, Madrid, Prentice may, 2000.

Neuman, Eric A. y otro, “La “visión” infrarroja de las serpientes”, Investigación y Ciencia Nº  68, 1982.

Rock, Irving,  “La Percepción”, Barcelona, Labor, 1985.

Vavilov, S., “El Ojo y el Sol”, Moscú, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1963.

Wolfe, Jeremy M, “Procesos Visuales Ocultos”, Investigación y Ciencia Nº 79,1983.

 

(Escrito en diciembre 2009, para la revista de arte "La Pupila", con el título "LA PUPILA HACE SU TRABAJO")

Dardo Bardier

dbardier@adinet.com.uy

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13 septiembre 2009 7 13 /09 /septiembre /2009 03:31

CÓMO LOS NUEVOS CONOCIMIENTOS

SOBRE LA PERCEPCIÓN VISUAL

AFECTAN  NUESTRA CONCEPCIÓN DEL MUNDO

 

Dardo Bardier

dbardier@adinet.com.uy
El camino nos da sorpresas.

En los años 60, en mi facultad, usábamos muy frecuentemente la noción de espacio arquitectónico, y a veces, otras nociones como: espacio edilicio, espacio urbanístico y espacio territorial. Todas se  refieren a lo mismo: nuestro funcionamiento con la realidad que habitamos. Aunque consideran distintas escalas, pues unos espacios están dentro de otros.

Una vivienda tiene exterior e interior. Separados por paredes y comunicados por vanos. Si estamos del lado de afuera de la vivienda, la vivimos por su exterior. Si estamos del lado de adentro de la vivienda, la vivimos por su interior. Habitamos el ámbito. Desde luego que, a menor escala, vivimos cada pequeña parte del interior de la vivienda por su exterior. Ello es porque cabemos dentro de 1 vivienda, pero no dentro de 1 ladrillo. Quizá una bacteria pueda habitarlo, nosotros no.

Aquellas nociones, pues, se refieren a cómo es la cosa por dentro. Por contraposición a la cosa según sus exteriorizaciones. Hay cosas con las que interactuamos por fuera: una piedra, una montaña, el Sol, normalmente consideradas por la física tradicional. Pero hay otras cosas con las que interactuamos por dentro: nuestro cuerpo,  nuestra habitación, nuestro coche, nuestro edificio, nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestro país, etc. El funcionamiento interno de un baño, como el del mundo entero, puede ser concebido internamente, con tal de que lo atendamos por dentro.

Y ello nos hace sospechar que cualquier realidad, aún cuando no quepamos en ella, si buscamos la manera de atenderla por su interior, puede ser concebida por dentro.  No sólo nuestro pensamiento. Concebir la realidad por su interior es una poderosa herramienta del pensamiento, capaz de permitirnos operar sobre el lado íntimo de cada realidad, cualquiera sea su escala o nivel de funcionamiento. Es una herramienta científica, de probada eficacia, no bien reconocida por la ciencia tradicional, tan dedicada a atender exteriorizaciones.

 En sentido estricto, la palabra “espacio” se refiere sólo a esa variable física. Un aspecto parcial de la realidad. Al agregarle la palabra “arquitectónico”, pasa a referirse al hecho ambiental concreto, en todo sentido, integral, completo. El espacio arquitectónico incluye lo temporal, los sustancial, y todo aspecto propio de un hábitat.

 

Pero había una falla. Faltaba desplegar teóricamente estas poderosas nociones. No estaba claro cómo, concretamente, funcionamos con nuestro ambiente. Cómo es que convivimos con las cosas. Cómo esa convivencia y esas cosas, componentes del ambiente, conforman interiormente un conjunto integral, una unidad habitada de la realidad. Una unidad ni meramente espacial, ni meramente perceptiva. Faltaba saber, al menos, cómo hacemos para percibir o detectar cada ámbito.

El contenido de estas nociones se quedaba en lo que ya sabía cualquier estudiante por su cultura general y poco más. Nadie investigaba rigurosamente el encadenamiento causal que nos hace vivir nuestro ambiente. Cómo es el camino para concebirlo. El cual inevitablemente comienza por: cómo lo vemos, lo olemos, lo escuchamos, lo caminamos, etc. Faltaban las bases para entender cómo interactuamos con nuestro mundo. Era necesario darle contenido a la idea, desarrollarla.

Al principio sólo juntaba datos sencillos que encontraba aquí y allá: Caminamos a 4 k/hora. Los asientos tienen 45 cm. de altura. El color que vemos más es el amarillo-verdoso. Cuales sonidos nos parecen ruido. Cómo sentimos la humedad de un ambiente. Cómo escuchamos lo que alguien dice, etc. Detalles más o menos aislados de nuestras relaciones con nuestro mundo. No era fácil en aquella época lograr esta información. La biblioteca de mi facultad resultó insuficiente y cometí la rareza de ir, permiso mediante, a ver qué tenían otras bibliotecas. En aquella época, en Medicina, respecto a estos temas, la información más reciente era de los años 50. Y orientada a patologías, más que a lo “normal”. La Biblioteca Nacional estaba atrasada decenios en estos temas. Sea como sea, a principios de los 70 ya había juntado una gran cantidad de datos, más o menos inconexos.

Al conocer un dato, es bastante común que uno se pregunte porqué. ¿Por qué la gente se accidenta si no se cumple la Fórmula de Blondel para las escaleras? ¿Por qué vemos mejor un color que otro? ¿Por qué nos protegemos de la intemperie? ¿Por qué preferimos unas temperaturas a otras? Y miles de otras cuestiones. Ello implicó incursionar profundamente en toda ciencia que pudiese aclarar el sentido de las características humanas vinculadas a vivir en un ambiente: La óptica, la acústica, la física lumínica y subatómica, la química, la psicofísica, la psicología (especialmente la experimental), la sociología, etc. Averiguar cómo interaccionamos con nuestro mundo obliga a atravesar todas las ciencias. Pero sobretodo obliga a sumergirse en la biología de nuestros sentidos. Aclaremos que ni siquiera existía la Licenciatura de Biología Humana en nuestra Universidad. Casualmente, tuve la enorme suerte de que por aquellos años empezó, a escala mundial, un desarrollo explosivo de la biología, aportando sus muy inquietantes descubrimientos.

En algunos años, a principios de los años 80, la cantidad de información lograda se me volvió inmanejable, abrumadora. Se hizo imperioso darle algún orden. Cada dato o descubrimiento es como una pieza de un rompecabezas: indica cómo se ensambla con las piezas vecinas. Pero es conveniente mirar la caja y ver los grandes rasgos del diseño. Faltaba esa orientación general.

También se hizo necesario abandonar campos de estudio. Ya para esa época había resignado la pretensión de profundizar todos los aspectos de las interacciones de las personas con su ambiente. Sólo continuaba investigando la percepción humana. Luego debí reducirme a la percepción visual. Y luego opté por dedicarme sólo a la información más firme y comprobada. Así terminé dedicándome a estudiar sobretodo lo que sucede desde la realidad atendida hasta la corteza visual.

En los textos consultados no encontré modos correctos de ordenar toda esta  información.  Los pocos ordenamientos que había, no eran completos, ni coherentes, ni se ajustaban a lo que sugerían los nuevos datos. Me estaba tropezando con una frontera del saber humano. Ordenar, de modo realista, tal enormidad de información, ajustándose a la realidad de cómo los ordena el ser vivo, se convirtió en todo un desafío. Había que hurgar en sus relaciones y bucear en la filosofía implícita que el organismo aplica. Cómo es que orgánicamente ordenamos las cadenas causales que admitimos sentir. Y cómo ese ordenamiento orgánico, a su vez, impone su orden al conocimiento. 

Ello me hizo profundizar en la teoría del conocimiento y en la epistemología, y aún en la metafísica. Pronto observé que no había posibilidad alguna de que los más brillantes y mejor informados pensadores del pasado diesen respuestas válidas por siempre. Ni siquiera podían ser aceptablemente realistas, dado que inevitablemente se basaron en información decenios, siglos y milenios atrasada. Se basaban en casos que hoy sabemos que no son tal cual se creía entonces que eran. Sobretodo, era imprescindible librarse de prejuicios ideológicos heredados, resultantes de ordenamientos artificiales, hechos cuando casi nada se sabía de lo que hoy se sabe. Era obvio que algunas categorías reconocidas por nuestra cultura, por nuestros científicos, y por nuestros filósofos, no eran adecuadamente realistas, aunque en su momento fueron magníficos pasos adelante.

Ordenar los aspectos de la realidad me llevó más de un decenio y un par de miles de páginas de ensayos. Pero cuando estuvo pronto, a mediados de los años 90, muchas confusiones se disiparon. Se podían encarar, con nuevas herramientas, temas largamente irresueltos. Y se hizo entonces sencillo y aceptablemente seguro ordenar, de modo realista y actualizado, las particularidades visuales humanas. Y ese ordenamiento, que es desarrollo y crítica del que usan animales y humanos desde siempre, a cada paso demostraba ser capaz de aclarar problemas.

Pero surgió una enorme sorpresa. Como en la Tabla de Mendeléev, el ordenamiento realista denunció huecos a llenar. Agujeros negros del conocimiento humano. La ciencia ha dedicado gigantescos esfuerzos a algunas propiedades visuales, pero ha descuidado otras, tanto o más importantes para vivir. Sobre la acuidad hay mares de investigaciones, pero sobre las velocidades visibles casi no hay nada. Surgieron cientos de temas de investigación. De hecho, a raíz de la publicación de “De la Visión al conocimiento”, ya hay investigadores que han tomado esta posta.

Y a ello siguió otra sorpresa aún mayor: Era posible vincular los agujeros negros del conocimiento, con apantallamientos, sombras arrojadas, o vendas en los ojos que imponen las teorías y filosofías en boga de la sociedad occidental, y aún quizá, de la humanidad entera. Concepciones que, de algún modo, favorecen la investigación en ciertos campos, pero que obnubilan la investigación en otros campos de la realidad. Como si se tuviese horror a los campos del saber para los cuales no se tiene ni idea de cómo empezar a estudiarlos. Como si prevaleciese el “si no sabes grosso modo la respuesta, no preguntes”.

Esta situación de ignorancia por vendas en los ojos de los investigadores, implica algo muy interesante para nosotros, los que vivimos en países pequeños. Mientras que la ciencia que hoy prevalece en el mundo necesita de equipamientos cada vez más sofisticados y caros, inaccesible a países que no sean muy, muy ricos, empezar a deshacer los agujeros negros del conocimiento sólo requiere sacarnos vendas de los ojos. Cosa que implica mucho pensar y averiguar, pero que quizá estaría a nuestro alcance económico.

 

Dudo de que en este pequeño texto logre transmitir, siquiera someramente, el estado actual de la cuestión. Deberé escribir algunas aseveraciones sin justificarlas.

1- La biología, sobretodo la del sistema nervioso central, nos está dando firmes pistas de cómo es la realidad en general. Conocer nuestra manera orgánica de percibir está resultando un maravilloso atajo hacia una concepción más realista del mundo. ¿Cómo es posible que entender un campo nos lleve a entender todos los campos? ¿Qué tiene de raro la biología de los sentidos y del cerebro? Sucede que estudia la organización resultante de los millones de años de experiencia de los seres vivos tratando de conocer para sobrevivir. Antes que nosotros hablásemos de la realidad, los seres vivos necesitaron vivir en ella. Debemos estudiar la evolución de los sentidos y del cerebro, pues es muy reveladora. En la biología comparada hay un tesoro de procedimientos más o menos realistas. Hay trabajo hecho que no debemos despreciar.  

No sólo debemos investigar cómo conocemos concientemente, sino cómo lo hacemos orgánicamente. Por un lado, disponemos de información por lo que percibimos. Supongamos que veo “un punto”. Por otro lado, tenemos informaciones sociales de cómo es aquello que percibimos. Pongo la lupa y veo que ese punto está lleno de cosas. Pero ahora se agrega información de cómo son y cómo funcionan los procesadores que intermedian entre realidad y representación. La separación entre dos células nos hace representar como punto lo que en realidad es un complejo conjunto. No es sólo que no exista indivisibilidad de ese punto, es que la noción misma de punto, en una escala es realista, y en otra escala menor, es una ficción orgánica. Una confusión útil, pues no nos interesan cosas tan chicas. Esto afecta la geometría, la epistemología y la filosofía en general.

2- Otros campos traen sorprendentes novedades que dan mucho  qué pensar. Especialmente la robótica, la computación, la física, la química, la sociología, las comunicaciones, y la lista sigue. Muchos descubrimientos y novedades no producen ningún cambio en las concepciones del mundo, ni en las ideologías, ni en las teorías, pues están bien previstos por ellas.  Pero, de vez en cuando, algunos sí. Hay cosas inexplicables que ahora se están explicando. Las novedades revolucionarias para la filosofía se están volviendo abrumadoras. Y debe dárseles adecuado y rápido tratamiento.

3- Rediscutir. Con las nuevas fuentes, insospechables hace apenas unos decenios, se hace imprescindible poner en el tapete hasta lo que parecía más indiscutible. Surge información que socava la universalidad de algunos de nuestras más queridas nociones universales.

Es más, buena parte de las palabras que usamos para discutir, bien analizadas, ajustándose mejor a lo que hoy se sabe, no son muy realistas, que digamos. O sus sentidos deben ser muy ajustados para que lo sean, o deben ser abandonadas. El diccionario completo debe revisarse. Si Rovespierre podía mandar a la guillotina a una persona con sólo leer una página escrita por ella, hoy es posible acusar de poco realista casi cada párrafo escrito por los humanos, incluyéndome. Pero eso no debe darnos miedo, toda nueva idea debe comunicarse con palabras viejas. Todo ajuste de nuestras ideas a la realidad debe hacerse mediante ideas más o menos desajustadas. Estamos avanzando tan rápido que es natural que la digestión de la información esté atrasada. Por suerte se mantienen firmes y confiables algunos pivotes de nuestra concepción del mundo. La cuestión es cuales. La cuestión es qué tanto admite la humanidad estar tan atrasada en sus nociones claves.

Es claro que estamos lejos del fin de la historia del conocimiento humano. Dentro de unos siglos quizá se burlarán de lo que hoy creemos cierto y sagrado. Pero también estamos lejos del comienzo del saber humano. Mucho más lejos de lo que se cree. Reconozcamos que sin nuestra larga experiencia anterior como especie tratando de conocer, no habríamos llegado hasta aquí.

4- Pre-historia de las nociones. Está resultando muy revelador averiguar la pre-historia de las nociones que usamos. Cómo pudo suceder que muchas nociones, o al menos memes [Blackmore], surgieran operativamente hace millones de años en los animales, en los homínidos y en nuestros antecesores, mucho antes de que hubiese lenguaje, escritura y filósofos para comentarlos. Cómo fue posible que algunas nociones que solemos considerar propias de una muy elevada y sabia meditación conciente, en realidad han surgido de la experiencia de la especie, en sociedad, adaptada por la persona. Es decir, del barro de la evolución y de la experiencia en sociedad, y no tanto de sabios iluminados.

 

Entre muchas nociones generales que deberían ajustarse según los conocimientos actuales, solo mencionaré unas poquitas. Imposible desarrollar aquí cómo se originan. Sólo podré hacer algunas toscas sugerencias.

Cosas. Cosas sensibles. Objetos realistas de nuestro pensamiento. Cuerpos. Partes y eventos. Hechos concretos. Unidades de la realidad. Realidades. Cambiantes seres. Entidades. Nuestros sentidos, con amplios recursos, pero no infinitos, remontan las cadenas causales que les llegan, desde la realidad atendida, tratando de descubrir cómo es ella allí, en origen. Hacen miles de transformaciones, procesan la complejidad que admiten, hasta que pueda ser tema de nuestro pensamiento.  Cosifican, convierten la rica realidad atendida en cosa pensable.

Entre los muchos procesos de cosificación, dividen la realidad al por menor, aunque ella sea en unos aspectos dividida y en otros aspectos sea unida. También es estabilizada como si pudiese ser perfectamente igual a sí misma más de un tiempo cero. No habría, quizá, cosas como solemos concebirlas, habría cambiantes-unidades-dentro-de-otras-cambiantes-unidades. La noción de unidad es diferente según consideremos los planos: orgánico, perceptivo, científico, funcional, u óntico. Lo que en una escala es una unidad, en otra escala es un conjunto de unidades.

Aspecto. Variable. Dimensión. Cualidad. Rasgo. Categoría. Los aspectos de la realidad que nuestros científicos, filósofos y vecinos consideran y utilizan en todos sus pensamientos y diálogos, no coinciden exactamente con los aspectos con que nuestros sentidos y cerebro nos hacen concebir la realidad. Y éstos tampoco coinciden exactamente con las facetas que la mismísima realidad tiene. Por ello, toda noción de un aspecto, si pretende ser realista, deberá seguir ajustándose a la realidad funcional. A lo largo de la pre-historia y de la historia, el contenido conceptual de cada variable de la realidad ha cambiado y seguirá cambiando. La primera rueda no fue la que mejor rueda. Especialmente, hay que ajustar y vincular los aspectos más básicos como: energía y vacío; movimiento y sustancia; espacio, tiempo, forma y contenido; volumen, distribución, carga, materia, masa, organización, etc. No somos capaces de percibir todos los aspectos de la realidad, ni en todas sus escalas, pero tenemos la falsa creencia de que los percibimos todos, y encima, tal cual son.

Escala. Cuantía. Extensión. Dimensión. Valor. Nivel de funcionamiento. Los hechos suceden en lo micro, en lo meso y en lo macro a la vez, estrechamente relacionados. La causalidad no respeta andariveles escalares. Pero las incapacidades de nuestros sentidos y cerebro nos hacen concebir los hechos en unas pocas escalas, omitiendo otras y, lo que es peor, sus relaciones reales.

Atender el lado escalar de la  realidad permite acceder a una concepción del mundo mucho más realista y menos orgánicamente ingenua que la que hoy prevalece.

Y esté es mi tema hoy.

La vida nos lleva.-

           

La bibliografía del tema se ha vuelto muy abundante. Indico sólo algunos textos:

Adler, William Hart (y otros), «Fisiología del Ojo», Madrid, Mosby / Doyma Libros, 1994.

Bardier, Dardo, «De la Visión al Conocimiento», Montevideo, 2001.

Bardier, Dardo, «Escalas de la Realidad», Buenos Aires. Librosenred. 2007.

Bardier, Dardo, «El color y las escalas», Buenos Aires. Revista del GAC Nº 16, 2003.

Barlow Horace y otros, «Imagen y Conocimiento», Barcelona, Crítica, 1994.

Blackmore, Susan, «El poder de los memes», Barcelona, Investigación y Ciencia, diciembre 2000.

Cannon y Hunt, «Procesamiento de imágenes por ordenador», Investigación y Ciencia Nº 63, 1981.

Geldard, Frank, «Percepción del espacio y el tiempo por el sentido del tacto», I. y. C. Nº 120, 1986.

Kandel, Schwartz, Jessell, «Neurociencia y Conducta», Madrid, Prentice may, 2000.

Nassau, Kurt, «Las Causas del Color», Rev. Investigación y Ciencia Nº 51, 1980.

Nathans, Jeremy, «Genes para Ver los Colores», Rev. Investigación y Ciencia  Nº 151, 1989.

Neuman, Eric A. y otro, «La “visión” infrarroja de las serpientes», Investigación y C. Nº  68, 1982.

Plomin y De Fries, «Genética y cognición», Investigación y Ciencia Nº 262, 1998.

Warnock, G. J., «La Filosofía de la Percepción», B. A., Fondo de Cultura Económica, 1974.

Wolfe, Jeremy M, «Procesos Visuales Ocultos», Investigación y Ciencia Nº 79, 1983.

 


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12 agosto 2009 3 12 /08 /agosto /2009 03:31

 

(Resumen de ponencia para Corredor 2009):

La realidad concreta tiene muchas cualidades cuyas cuantías varían. Podemos sentir sólo algunas de esas variables. Cada variable sensible tiene un valor clave, para el  cual disponemos de nuestra máxima capacidad de distinguir. En un rango alrededor de ese valor distinguimos cada vez menos, hasta llegar a los umbrales y dinteles de nuestras capacidades sensibles. Más allá de esos límites somos insensibles, ciegos y sordos. Hay cosas que percibimos muy bien, y cosas que apenas percibimos. Y otras que no percibimos. Nuestra ventanita perceptiva al mundo es maravillosa, pero es limitada.

Los humanos estamos bien preparados para atender los aspectos y escalas sólo de las realidades que, en la evolución de nuestra especie, han estado al alcance cotidiano. Percibimos bien lo que está a escala humana, como árboles y personas. También percibimos lo que es un poco menor, como semillas y cabellos. Y también lo que es un poco más grande, como bosques y grupos de personas. Pero somos ciegos para lo muy micro y para lo muy macro. No percibimos directamente ni los organelos de una célula humana, ni los macro conjuntos humanos. Sólo somos capaces de percibir en cierto rango de cuantías de cierto haz de cualidades. Los bebés tienen otras capacidades que los adultos. Los animales, otras. Pero los humanos somos los que podemos sintonizarnos con más variedad de objetos.

Comunicando las experiencias y arbitrándolas socialmente, mediante la información pública y la ciencia, logramos ampliar nuestras capacidades de detección, hacia lo menor y hacia lo mayor. Y también logramos capturar cualidades imperceptibles.

Aún en lo meso, donde se crió la especie humana, las capacidades sociales nos abren a nuevas definiciones de las unidades de la realidad, permitiéndonos concebirlas mediante cualidades invisibles, inaudibles, e intocables.  Nuestras capacidades personales, heredadas y experimentadas en sociedad, se complementan con nuevas capacidades sociales.

El desarrollo de nuestras capacidades nos hace comprender que hay entidades inclusivas, compuestas de entidades menores, y componiendo entidades mayores. Está en proceso un cambio en la concepción del mundo que reconoce el funcionamiento coordinado de lo micro con lo meso y con lo macro. Toda organización humana cambia según lo que emerge de sus potencialidades internas, de su nivel propio, y de su mundo. Y ninguna de esas fuentes de cambio es excluyente.

Lo humano existe en distintas escalas, desde las Naciones Unidas hasta nuestro ADN. Lo global alude a un tipo de interacciones sistémicas, más unipolares que pluri-polares.  La gobernanza alude a la cooperante relación entre los diversos niveles sociales institucionales. La democracia alude a la interacción de lo personal con el Estado. La descentralización alude a la necesidad de mejor cooperación entre diversos niveles comunales. La participación alude a la interacción de las personas con cada uno de esos niveles. Todas son nociones de raíz inclusiva, dialéctica, relacionando un todo con sus partes. Para que la democracia funcione mejor es esencial reconocer que las entidades de muy diferente nivel deben cooperar. Y ello implica ciertas condiciones de diálogo y de entendimiento.

Dardo Bardier

                                                                          

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13 julio 2009 1 13 /07 /julio /2009 01:33

(Publicado en la Revista Relaciones de marzo 2009)
El COLOR DE LA VIDA
Tal parece que es hora de prender una alarma por el color.

 Hace unos decenios se fundó el Grupo Argentino del Color. Hace unos años se fundó la Asociación Boliviana del Color. Hace unos meses se fundó la Asociación Chilena del Color. En muchos países hay asociaciones del color. En Uruguay aún no.
 Entre nosotros muchos piensan que el color es algo superficial, sin importancia. Un agregado accidental sobre la realidad sustancial. No solemos conceder al color la importancia que otros pueblos le dan, como los mexicanos, bolivianos y tantos otros.
 Pero hace mucho tiempo que en otros países se considera al color como algo muy vinculado a sobrevivir y prosperar. Y lo estudian minuciosamente, con serios encares, desde los más duramente científicos hasta los más creativamente artísticos.
Mientras nosotros dudamos sobre si el color es o no es importante, otros hacen investigaciones, sacan provecho y nos dejan muy atrás.

Es bastante revelador observar quienes investigan el color.
 Gran parte de las investigaciones más avanzadas sobre el sistema visual humano y animal se hace con fines militares. Dado su carácter reservado, no se sabe qué tan grande es esa parte. El objetivo sería simple: “Yo te veo, tú no me ves, fin de tu historia”.  Ver mejor es un modo muy eficaz de ganar guerras. El color sirve para distinguir mejor y más rápido los objetivos, que por algo les llaman blancos. Y, como continuación del mimetismo de los animales, conveniente para cazar y no ser cazado, el color también les sirve para camuflarse, para que los otros no lo vean. Por ello les es imprescindible estar un par de decenios adelantados sobre todas las investigaciones civiles. Y de su difusión. Lo suficiente para asegurarse que cualquier enemigo sepa menos que ellos de estos temas. Sería muy difícil calcular a cuantos, en la historia de la humanidad, por el color se les fue la vida.
 Quizá en nuestra vida cotidiana nos afectan más frecuentemente situaciones relacionadas con  los mercados. En ellos el tema color no es tan de vida o muerte. ¿O sí? ¿Los publicistas desprecian usar el color como arma? Todos sabemos que el color es parte de las estrategias comerciales. El objetivo sigue siendo simple: “Yo sé cómo usar los colores para vender, tu no lo sabes, fin de tu historia”. No es nada personal. Incontables particularidades y usos del color y de otras características de la percepción humana se investigan y se experimentan minuciosamente para su explotación comercial. Quien no sabe profundamente de estos temas puede convertirse en un competidor menos. Si hace sus envases sin saber los últimos descubrimientos sobre los colores, puede perder ventas.  Si quiere producir pero no logra vender quizá sea porque tus envases y propagandas no atraen con sus colores. Conviene saber qué color conviene en cada caso.
La lista de usos comerciales del color es interminable. Miles de millones de euros se gastan en colorear los envases y las mercaderías en casi todo el mundo. ¿Será un derroche innecesario del vendedor? ¿Por qué se gastaría tanta tinta de colores si el color comercial no fuese efectivo? ¿Es que la mercadería se hace para seres abstractos, o se hace para seres humanos? Los seres humanos, normalmente, consideran al color como algo que está muy relacionado con la esencia de lo que compran, lo esté o no lo esté. El color es un vendedor silencioso. Si nos dejan fuera de competencia, y no podemos vender nuestra producción para comprar lo que necesitamos para vivir, y algunos de nosotros no sobrevive, ¿es menos muerte que en la guerra? Es claro que es diferente. Causa y efecto no salen en al misma foto.  En los lugares desarrollados puede quedar una empresa fuera de mercado en una mercadería, pero suele aprender y regresa con mejor presentación de la misma mercadería. Suele ser un daño recuperable. Pero ¿Cómo podrían hacer los habitantes de un lugar que esté alejado de toda fuente de información e investigación? Puede que no tengan modo de saber por donde les viene el hambre, tan callando.
 Pero el color no sólo está en la competencia comercial. El color está en la producción misma. ¿Cómo saber si el grano almacenado está por podrirse? Por el color. ¿Cómo saber si es hora de cosechar? Por el color. ¿Cómo saber si el maíz está bien cocido? Por el color. ¿Cómo saber si el templado del acero está pronto? Por el color. ¿Cómo saber si un ladrillo es fuerte? Por el color. ¿Cómo saber la calidad de la fruta? Por el color. Hay miles de utilidades del color productivo que son investigadas. Y día a día aparecen nuevos descubrimientos. El color es de uso tan común que podemos llegar a creer que ya sabemos de él todo lo que hay que saber. Pero esa creencia es totalmente falsa. El color atraviesa todas las profesiones dando indicios, a veces certeros, a veces erróneos, de la supuesta esencia de las cosas, pero si invertimos poco en estudiarlo, poco vamos a saber cómo.
 Más de 3000 colorantes de alimentos están registrados sólo en Argentina. Hasta la carne se colorea para que luzca más jugosa. Los que exigen más colorido en las comidas son los niños. Hay comestibles fluorescentes. Muchos colorantes actuales NO son buenos para la salud. Suelen usarse sin suficiente tiempo de experimentación y de ensayo. El alimento coloreado artificialmente se vende más y mejor. Esto es lo que está sucediendo masivamente desde hace decenios, aunque nos cueste creerlo. No es un accidente aislado. No es una situación marginal, sin importancia. El color artificialmente agregado ya está en casi toda nuestra comida. Ya vimos que, en países lejanos, hasta la leche es adulterada con sustancias mortales. Una parte muy importante de la producción nacional se basa en que la leche sea blanca. Sin entrar a preguntar al lector si alguna vez en su vida tomó leche de vaca recién ordeñada, mayonesa hecha en casa, vino de sólo uvas. Parecería conveniente investigar más los colores alimenticios, los que nos ponen en la comida.
La industria del mundo tiene un pilar muy bien asentado en el color. No en vano la industria alemana comenzó por los colorantes. No en vano la Química tiene su origen en los esfuerzos de colorear mejor y más barato.
 Uruguay podría vender más cueros y más caros si pudiésemos tener mejor control de colores para sus texturas más complejas. Esos son los cueros más codiciados y mejor pagados: los que son un tanto irregulares, no los que parecen de plástico. La medición de los colores es toda una rama de la ciencia y los fabricantes pagan muy bien por ella. Pero las más tecnificadas mediciones fallan porque detrás de ellas no hay un buen conocimiento de cómo vemos los humanos un cuero de textura compleja. La producción se enlaza con la investigación científica. Toda nuestra vida se enlaza con la investigación de fondo. Si sólo los uruguayos supiesen cómo hacer más eficaces mediciones del color complejo del cuero, entraría más dinero al país, y quizá los uruguayos fuésemos unos cuantos más, sin necesidad de emigrar.
 Desde satélites, mediante los colores del suelo, empresas y militares del otro lado del mundo saben qué riqueza mineral hay bajo el patio de nuestra casa. O bajo nuestros campos. Y en el momento que vengan a comprarlos difícilmente nos digan porqué lo quieren.
 Hay personas con discapacidades para ver el color. Si no las reconocemos podemos estarlas discriminando sin darnos cuenta.  Si una persona no ve el rojo, pero en cada semáforo siempre es el de abajo, no hay mucho problema, cuando se enciende el de abajo se detiene. Pero si le avisan que corte el cable rojo de la bomba que tiene entre manos, es el fin de su historia. Es conveniente complementar las señales en color con otros tipos de señales.
También otros tipos de señales suelen complementarse con el color. Los científicos y los técnicos hace tiempo usan el llamado “falso color”, con el que tiñen los gráficos, cuyas variables, de color no tienen nada. Y eso ayuda enormemente a detectar situaciones y leyes. Hay mil usos del color para describir variaciones que, en su origen, no son de color. En la física nuclear se usa la palabra color para algo que no lo es. En música ahora se usa el color para representar sonidos. Es posible que en la escritura de la música muy pronto se abandone el pentagrama y, mediante computadoras, apele a otros modos de notación, incluyendo el color. Ya hay músicos que hablan de “un poco más de amarillo en ese acorde”. 
 Pero dejemos las aplicaciones prácticas del color comercial, industrial y de seguridad. Hablemos del color urbano, del color social. Resulta que en muchas ciudades del mundo se hacen análisis del color de la ciudad, edificio por edificio, cuadra por cuadra, barrio por barrio, y así de urbes enteras. Y se encuentran sorpresas. El color urbano resulta más relacionado de lo que se creía con el funcionamiento concreto de la urbe. Y entonces se puede iniciar la recuperación social de un barrio usando pinturas de color. Y el color, algo considerado tan superficial, resulta que cambia el sentido profundamente humano del barrio, y puede hacer que funcione mejor, que sirva para vivir mejor en muchos sentidos, no sólo en el estético. Tras el color se esconden otros aspectos esenciales de la vida ciudadana. Experiencias en muchos lugares del mundo se están afinando y dan grandes resultados, a muy bajo costo. Complejas operaciones urbanas comienzan por el color y ello les abre el camino para seguir por otros aspectos de la vida local. Los vecinos sienten la identidad comunal de su ámbito y desarrollan su apreciación del color. El color resulta ser algo más importante en nuestra vida ciudadana que… lo que parecía.
 En la enseñanza del color han surgido novedades radicales. La fineza en la apreciación de las leves diferencias entre tonos de color se construye orgánicamente en un período crucial de la infancia (quizá de los 6 meses a los 8 años). Si el niño vive en una ciudad rica en azules, probablemente para toda su vida distinguirá más variedad de tonos azules. Si su ciudad es gris, probablemente distinguirá más variedad de grises y quizá poca variedad  azules. Para toda la vida. Los edificios de Montevideo se hicieron grises en épocas en que las revistas de arquitectura que nos llegaban eran blanco y negro, y así resulta muy probable que muchos adultos actuales, que fueron niños en una ciudad gris, gusten de los grises. Hasta los ómnibus serán grises. Las túnicas blancas. Y los zorros se camuflarán de gris.
Nuestro paisaje rural es, y ha sido siempre, en colores. Un buen botánico puede distinguir de qué especie es un árbol a kilómetros de distancia, según su color estacional. En España se ha estudiado el color de su paisaje y se ha llegado a conclusiones que permiten saber qué especies vegetales plantar, según sus colores, para mejorar su estética. Lo cual puede ayudar a cambiar el paisaje para que sea más atractivo. Lo cual puede ayudar a traer millones de turistas. Si queremos turismo, debemos saber del color.
Conocemos el alejamiento y otros rasgos de los astros por su espectro de color.
Se puede hablar del hablar de los colores. ¿Qué es un color en las palabras, y qué es un color en las sinapsis? ¿Cómo filtramos y compensamos  los colores? ¿Cómo procesamos los colores con nuestras capacidades oculares y neuronales? ¿Cuántas causas objetivas del color se han descubierto? ¿Qué tanto nos dicen los colores, de la realidad atendida? ¿Qué pistas nos dan los colores para una nueva teoría del conocimiento? La investigación de los colores está afectando las bases mismas de nuestra concepción de la realidad.

 Estas asociaciones, grupos, instituciones, organizaciones (si bien no suelen gubernamentales, las universidades suelen dar fuerte apoyo a las instituciones de estudio del color), son amplias, pluri-disciplinarias. Incluyen a toda la variedad de los que trabajan con el color. Científicos, artistas, biólogos, sociólogos, publicitarios, medidores, técnicos, pintores, acuarelistas, vitralistas, dibujantes, oftalmólogos, decoradores, tintoreros, filósofos, arquitectos, urbanistas, planificadores, vidrieros, industriales, comerciantes, diseñadores, y muchos otros.  Es decir, todos los que, con espíritu abierto al conocimiento bien fundado, quieren saber más del color.
En otros países las asociaciones del color son muy activas, tienen sus cursos propios, organizan congresos con cientos de ponencias al más alto nivel, hacen publicaciones de primera línea, orientan la enseñanza del color, investigan, favorecen las investigaciones, son foros donde se dialoga del color, de la cesía, de la forma. Como si fuesen mares territoriales en los cuales la ciencia y el arte del color pueden alimentarse y desarrollarse. Estas agrupaciones se integran en la Asociación Internación del Color (AIC), organismo mundial de investigación y establecimiento de criterios generales.

 En la población, y aún entre los especialistas, subsisten teorías del color sin mucha base científica. O con una base que hace decenios se ha demostrado que no es totalmente correcta. La investigación del color no ha terminado. Aunque solemos creer que estamos al fin de la historia de todo lo que se puede saber sobre el color, cuando se investiga duro, sin prejuicios, pronto se nota que no estamos más que en los primeros balbuceos. Aquí, y en otros países, hay bibliotecas muy respetables que sólo disponen de libros con información obsoleta sobre el color, desconociendo los descubrimientos biológicos, neuronales y de comunicación, que atropelladamente están emergiendo, sobretodo en los últimos cuatro decenios. A muchas bibliotecas les llega tarde, mal o nunca la mayor parte de los mejores estudios sobre el color. A veces, ni siquiera tienen el mejor libro del mejor autor de cada época. Nuestros jóvenes pueden estar estudiando libros atrasados que les inculcan mitos sobre el color. Un día van a enseñar lo que no es cierto. Quizá en la enseñanza del color estemos más de medio siglo atrasados.
            Arq. Dardo Bardier
       
dbardier@adinet.com.uy
 
…………………………………………………………………. 
(Apartado 1):
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Para apreciar el explosivo desarrollo del estudio del color, puede convenir revisar los temas de los trabajos de investigación presentados recientemente en algunos congresos, jornadas y seminarios, tales como Argencolor 2008 en Santa Fe y Luxamérica  2006 en Montevideo:
Sobre el color, como tema científico, se realizaron exposiciones sobre temas tales como: *Medición y percepción visual del color. *Comparativa y medición del color de monitores. *Rupturas de simetrías debidas al color. *Período crucial de sensibilización humana a las diferencias entre tonos. *Alteraciones de la visión cromática. *Adecuación de colores en los diseños gráficos y de objetos para destinatarios discromatópsicos (que son ciegos a uno o más colores). *Color y disciplinas: razón, emoción y sentido. *Reconocimiento de patrones coloreados simétricos y asimétricos. *Posibilidad de daño retinial causado por lámparas fluorescentes y diodos emisores de luz. *Iluminación natural crepuscular. *Efectos biológicos no visuales de la luz. *El color y la oftalmología actual. *Nuevas formas de clasificar la apariencia visual. *Cambio periódico del color en reacciones químicas oscilantes. *Comparación de color en la industria. *Luz inteligente.
El color en los alimentos: *Cambios en las propiedades ópticas de las frutas. *El índice de color como medida de calidad de alimentos. *Influencia de aspectos estructurales sobre la percepción del color y la apariencia de copos de maíz. *El color como índice del estado de la conservación de las semillas. *Caracterización colorimétrica de granos de mostaza blanca. *Cinética del color en lácteos. *Detección de materia extraña en el tabaco.
El color y la enseñanza: *El concepto de lectura en la enseñanza del color. *Influencia del color en la memoria de los niños. *Sensibilización crucial a los colores. *La enseñanza de la cesía en el contexto de la industria automotriz. *Propuesta para la enseñanza del significado del color. *Proyecto “Arte en juego-la danza del color”. *Analogías, estímulos auditivos e imágenes gráficas en color. *Práctica de la mezcla de colores en la enseñanza de fotografía. *Diseñando la enseñanza del color en Chile. *Desarrollo de un proyecto de integración social por medio de la experimentación color. *El lenguaje del color y su manipulación en las composiciones morfológicas. *Bebidas y envases: enseñanza del color por superposición. *El uso del color en locales escolares. *La puesta a punto del espectro-foto-colorímetro como recurso didáctico. *Cambios de color por tecnologías emergentes. *Iluminación en escuelas brasileras.
El color en el diseño: *Envases y etiquetado de productos alimenticios. *Retórica del color en el objeto de diseño industrial. *Influencia del color en el diseño lúdico-didáctico. *El lenguaje del color en la significación del diseño gráfico. *Estrategias cromáticas en envases de productos alimenticios. *Los signos cromáticos y sus estrategias. *Análisis semiótico de la gráfica de productos alimenticios. *Trasgresión versus tradición: el color como elemento diferenciador en envases. *Influencia del color y el movimiento en la lectura de las páginas web. *El color en el cyber, paleta de una representación de la tecnología. *Criterios para la selección y aplicación de color en el diseño de las páginas web. *Marca de municipio, imagen de la ciudad: variaciones del color. *Cambios de color en los sintagmas visuales. *Cromatipo, abstracción verbo-cromática en la identidad visual. *Iluminación y accidentes. *Semáforos LED en Brasil.
El color en la arquitectura y urbanismo: *Emergentes cromáticos de un pueblo. *El color en la vivienda social. *Una experiencia de enseñanza de color urbano. *El color como variable en la gestión de los espacios urbanos. *El lenguaje del color en la condición urbana. *El color en la construcción de la imagen urbana. *El vitral, luz y color en los espacios contemporáneos. *Percepción significativa del color del paisaje. *El color como agente fenomenológico, análisis de sus problemas fisiológicos y psicológicos. *Natural y artificial, significaciones de los colores en la ciudad. *El valor patrimonial de la estructura cromática del paisaje urbano. *Color ambiental del paisaje rural de Córdoba. *El color ambiental de Tucumán. *El color en la recreación nocturna. *Elección del color en mezclas de cemento pórtland. *Registro cromático de la ciudad de Valparaíso. *El color como atributo de la forma arquitectónica. *Reconstrucción cromática de un barrio. *Arte público, el color en el espacio urbano. *Factor de visión del cielo urbano. *Polución luminosa rural.
*El color en arte y cultura: *El color y el transcurso del tiempo en la pintura. *El rol del color en la representación de lo irreal. *El rol del color en la alerta, la memoria y el tiempo de reconocimiento visual.*Los colores en la guerra: Iraq ojo por ojo. *El rol del color en la imagen corporativa. *Colores del novecientos. *El color en la cultura de los inmigrantes. *Ética del uso de los colores. *El uso expresivo del color en el cine. *Tableros cromáticos. *Ecología y color en la obra de Hundervasser. *Color y sonido. *Hacia una cesía virtual. *El color en la restauración de pinturas murales. *El color en la señalética. *Colores y accidentes de tránsito. *Contaminación lumínica.
Y así sigue.
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(Apartado 2):
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Inédito encuentro de más de 300 chilenos por el color en Valdivia
Se constituyó  la Asociación Chilena del Color.
En la ciudad de Valdivia durante los días 25 y 26 de septiembre  se ha realizado, en la Universidad Austral de Chile y organizado por el Instituto de Arquitectura y Urbanismo, el primer Seminario de Color,  que convocó ampliamente a arqueólogos, artistas, arquitectos, diseñadores, físicos, docentes, empresarios y estudiantes  provenientes de distintos puntos del país y del extranjero. El destacado físico, Dr.  Willy Gerber,  se refirió al fenómeno visual  señalando que  "nuestros ojos, más que ver la realidad, son herramientas para comprender nuestro medio y sin su filtro, ésta realidad sería mucho más triste".
Entre los panelistas se contó con la participación de Eduardo Vilches,  maestro del color de muchas generaciones de estudiantes de las artes en Chile, y Francisco Méndez, artista y teórico del color, ambos con más de 50 años de experiencia. También los arquitectos Humberto Eliash y Roberto Martínez, expusieron los resultados de integrar el color a sus obras,
Con  la participación del Presidente de la Asociación Internacional del Color (AIC),  José Luis Caivano, se dio inicio a la constitución de la Asociación Chilena del Color, que persigue sumar a todos quienes vean en el color posibilidades de investigación, creación y desarrollo. Elisa Cordero, organizadora de este evento, señaló: "Este es un momento histórico del color en Chile, durante este seminario se han creado las redes que en adelante nos permitirán como asociación, relacionarnos con grupos de color en otros países".
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